martes, 5 de enero de 2016


Muchos TLPs fluctúan entre extremos de idealización y devaluación, llamados “pensamiento dicotómico”. 

Perciben a las otras personas como brujas malvadas o hadas madrinas, en función de si éstas satisfacen sus necesidades.

Muestran dificultades para integrar los rasgos buenos y malos de una persona, la opinión sobre alguien suele basarse a menudo en la última interacción con esa persona.

La difusión de la identidad es una característica que conduce a los sentimientos de vacío. 

La alteración de la identidad se refiere al sentido de no saber quiénes son.

Las personas con TLP están llenas de imágenes contradictorias de ellas mismas que no pueden integrar.

Comentan que se sienten vacíos por dentro, que no hay “nada en mí”, que son personas diferentes dependiendo de con quién estén. 

Un sentimiento de vacío interior que les convierte en dependiente de los demás para obtener pistas de cómo comportarse, qué pensar y cómo ser; mientras que el estar solos los deja sin un sentido de quiénes son o con el sentimiento de que no existen.

Esto, en parte, explica los esfuerzos frenéticos e impulsivos que hacen estas personas para evitar la soledad, al igual que sus descripciones de pánico, aburrimiento crónico y disociación.

La mayoría de las personas tienen capacidades variables para controlar los impulsos y retardar la gratificación inmediata. Son conscientes de las consecuencias a largo plazo. 

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